miércoles, 7 de septiembre de 2022

Francisco de Aldana

 El ímpetu cruel de mi destino

¡cómo me arroja miserablemente

de tierra en tierra, de una en otra gente,

cerrando a mi quietud siempre el camino!


¡Oh!, si tanto mal grave y contino,

roto su velo mísero y doliente,

el alma con un vuelo diligente

volviese a la región de donde vino,


iríame por el cielo en compañía

del alma de un caro y dulce amigo,

con quien hice común acá mi suerte.


¿Qué gran montón de cosas le diría,

cuáles y cuántas, sin temer castigo

de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!

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