“La progresiva desaparición de los tiempos verbales (subjuntivo, pasado simple, imperfecto, formas compuestas del futuro, participio pasado...) da lugar a un pensamiento limitado al instante, incapaz de proyecciones en el tiempo.
La generalización de la familiaridad, la
desaparición de las mayúsculas y la puntuación reducen la sutileza de la
expresión. [...] Menos palabras y menos verbos conjugados significan menos
capacidad para expresar emociones y para pensar detenidamente. [...] Sin
palabras para construir un razonamiento, el pensamiento complejo se ve
obstaculizado. Cuanto más pobre es el lenguaje, menos pensamiento existe. [...]
No hay pensamiento crítico sin pensamiento. Y no hay pensamiento sin palabras.
¿Cómo construir un pensamiento
hipotético-deductivo sin dominar el condicional? ¿Cómo visualizar el futuro sin
conjugarlo? Cómo aprehender una temporalidad, una sucesión de elementos en el
tiempo, pasados o futuros, así como su duración relativa, sin un lenguaje que
distinga entre lo que pudo haber sido, lo que fue, lo que es, lo que podría
suceder y lo que sucederá después de que haya pasado lo que podría suceder? Es
necesario un grito de alarma dirigido a los padres y profesores: haced que
vuestros hijos y alumnos hablen, lean y escriban. Hay que enseñar y practicar
el idioma en sus más variadas formas, aunque parezca complicado. Sobre todo si
es complicado. Porque en este esfuerzo está la libertad. Los que defienden que
es necesario simplificar la ortografía, depurar el lenguaje de sus
"defectos", abolir géneros, tiempos, matices y todo lo que expresa la
complejidad son los sepultureros de la mente humana. No hay libertad sin
exigencias. No hay belleza sin el pensamiento de la belleza "
Christophe Clavé
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