NO conviene, como solemos, confundir la educación con la
enseñanza.
En la vieja Roma, decían de un mocito que estaba bene
educatus si su familia había sido capaz de inculcarle buenos hábitos
de conducta y modales adecuados. Si, además, su nivel de instrucción era el
fruto de una enseñanza exigente, se la consideraba eruditus.
Nuestro drama, aquí y ahora, es que ni lo uno ni lo otro.
Las decepciones que nos hubiéramos evitado con solo saber un poco
de latín;
El vocablo
“maestro” viene del latín “magister” y este, a su vez del adverbio “magis” que
significa “más” o “más que”. En la antigua Roma el “magister” era el que estaba
por encima del resto, ya fuera por sus conocimientos o por sus habilidades.
El vocablo
“ministro” procede del latín “minister” y este a su vez del adverbio “minus”
que significa “menos” o “menos que”. En la antigua Roma el “ministro” era el
sirviente o el subordinado que apenas tenía habilidades.
Total, que
con un poco de latín sabemos la razón por la que cualquier imbécil pueden ser
ministro… Pero no maestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario