miércoles, 1 de abril de 2020

Lección en casa


EL PAÍS 31 MAR 2020

Roberto Calasso me revela que en una carta de Kafka a Klopstock (junio 1921) el escritor le da un giro al dilema de Abraham y se pregunta cómo pudo tomar a Isaac en prenda para el sacrificio, dice, “a la manera de un camarero que recoge unas toallas”. Kafka imagina a un Abraham que no consigue salir hacia la colina para degollar a Isaac porque siempre tiene cosas que resolver en la casa. Ahora una ventana, luego una tomatera. No logra convertirse en patriarca: la indecisión le impide obedecer. Es un Bartleby.

Parece un esbozo de El castillo que quedó tan inacabado como el Abraham imaginario, pero en la carta usa una frase, “poner a punto la casa”, que no figura en el Génesis. Viene  de  Isaías, cuando el profeta  anuncia  su  muerte   Ezequiel. “Pon  a punto  tu casa porque morirás y no vivirás más”, le dice. Kafka traslada (¿adrede, sin conciencia?) la frase de un libro a otro para que coincida con su Abraham indeciso y hacendoso, tan cabezudamente ocupado con las cosas de la casa que no tiene tiempo para degollar  a Isaac.

Es  una  alabanza  de  la  atonía  ante  la Ley.  Siempre  distraídos  con las  tareas  de  la  casa (un dinero,  un hijo, un  libro,   un  fornicio,   un  partido), olvidamos   que  la  muerte  se  cierne  de ese modo evitamos tomarnos  en serio como carne mortal. Son tiempos de coronavirus y estamos cerrados en la casa donde seguimos poniendo las cosas a punto, en tanto que fuera aúlla la huracanada voz que exige sacrificios y muertes girando sobre nuestro terrado. La actual  es  una  situación excepcional, pero nos ilumina sobre la  vida   llamada “normal”. Si esta vuelve, ¿salimos al mundo o seguimos arreglando la casa?
¿Empuñamos nuestra condición o reparamos un grifo? Cuando acabe la plaga y nos hallemos en un mundo arrasado, ¿Kafka o Abraham?

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